Siempre que aparece una nueva tendencia, mi mente experimenta una secuencia de fases muy similares a aquéllas que explican la aceptación de la muerte (macabro, sí, pero no deja de ser cierto).
Negación e ira, o lo que también podría denominar "eso no me lo pongo ni muerta" que se produce en el mismo momento en el que surge la tendencia. Me enfado irracionalmente con el hecho de que desaparezca de las tiendas de la noche a la mañana, toda la ropa bonita y a la que (sin más) me había acostumbrado (quizás podría ser una tendencia pasada abominable).
Regateo o negociación, buscar aquéllas prendas que siguen teniendo en las tiendas outlet o restos de temporada. Aunque la tendencia se imponga siempre habrá un reducto para las indecisas (menos mal).
Depresión, o lo que también podría llamarse "cualquier tendencia pasada fue mejor". Me deprime entrar en las tiendas y no encontrar nada de mi agrado.
Aceptación. O "hasta en la sopa" lo ves tantas veces, que lo acabas queriendo. Y justo cuando está a puntito de pasar la tendencia, te descubres como abanderada de la misma. Más, más, más y requetemás.
Afortunadamente no pasa siempre, pero a mí me pasa mucho.
Me pasó con el color block, mis estados de ánimo pasaron de "pareces un payaso" a "color block + ropa interior flúor + accesorios maxi: YES YES YES!"
