SOMOS ANIMALES GREGARIOS, NO CREO QUE A NADIE LE APASIONE LA IDEA DEL "MENÚ PARA UNO", POR MUY URBANITA QUE SEA...
Una de mis asignaturas pendientes siempre ha sido “comer sola en un restaurante”, sí, lo hago, pero no disfruto ni lo más mínimo, me agobia la idea de qué pedir, de ocupar una mesa de cuatro para mí sola, muchas veces termino pidiendo algo para llevar y acabo degustándolo (irremediablemente frío) en la habitación de un hotel, que también tiene su encanto, no digo que no.
Me viene a la cabeza el capítulo de Sexo en Nueva York en el que Carrie tiene "una cita con la ciudad" ( no me preguntéis porqué) y al entrar a un restaurante a comer y decir que va sola, es relegada a la barra compartiendo almuerzo con una viejecita puesta de litio. Y no es el único episodio que me viene a la cabeza, pero sí el más recurrente.
Leyendo el artículo Eating Alone in China que publicaban ayer en The New Yorker, me he dado cuenta que no soy la única. Si bien el ritual de ordenar la comida para uno, dispersándola por la mesa, y poder compartir en tiempo real el suculento menú en las red social de turno (léase Facebook o Instagram), pueda llegar a tener su encanto. Me sentiría ridícula compartiendo el almuerzo virtual o Mok-bang, con un desconocido comiendo en streaming en su canal de Youtube (un poco excesivo y de mal gusto), que cada cual haga lo que quiera.
Sea como fuere, somos animales gregarios, y no creo que a nadie le apasione la idea del "menú para uno” por muy urbanita que sea, (aunque es infinitamente mejor que el “menú para muchos completos desconocidos” o el “catering cuando se es organizadora de eventos”), viendo que el tema puede extenderse, y teniendo en cuenta que habréis visto la foto y con tanta letra habréis dejado ya de leer, éste será el primero de una serie de post que podríamos denominar: comidas incómodas.
Seguiré luchando contra la idea de comer sola, comiendo acompañada. Porque no hay nada que se disfrute más que un buen restaurante al que regresar, en compañía de amigos. O un pésimo restaurante al que nunca volver y poder criticar 5 o 6 años después, en compañía de amigos.
Photos by David. Tomadas en Tiquismiquis Burger de la calle Frenería. Un lugar, sin duda, para regresar de vez en cuando.